El médico te examinará y te preguntará sobre tus antecedentes médicos y familiares. Para diagnosticar enfermedades cardíacas, se usan diversas pruebas. Además de los análisis de sangre y radiografías de tórax, las pruebas pueden incluir:
Electrocardiograma (ECG): Un ECG es una prueba rápida y sin dolor que registra las señales eléctricas del corazón, mostrando si el ritmo cardíaco es demasiado rápido o lento.
Monitoreo con Holter: Un Holter es un dispositivo portátil que registra la actividad del corazón durante un día o más mientras realizas tus actividades cotidianas, detectando latidos irregulares no visibles en un ECG normal.
Ecocardiograma: Esta prueba no invasiva utiliza ondas sonoras para crear imágenes detalladas del corazón en movimiento, mostrando cómo la sangre circula a través del corazón y las válvulas cardíacas. Puede identificar si una válvula está estrecha o tiene fugas.
Pruebas de esfuerzo: Consisten en caminar en una cinta o pedalear en una bicicleta estática mientras se monitorea el corazón, ayudando a detectar la respuesta del corazón al ejercicio y si los síntomas de enfermedad cardíaca aparecen durante la actividad física. Si no puedes hacer ejercicio, se pueden
administrar medicamentos.
Cateterismo cardiaco: Esta prueba detecta obstrucciones en las arterias del corazón introduciendo un catéter a través de un vaso sanguíneo hasta el corazón. Un contraste se inyecta a través del catéter, haciendo las arterias visibles en las imágenes de rayos X.
Tomografía computarizada (TC) del corazón: En esta prueba, te recuestas en una camilla dentro de una máquina de forma de dona que toma imágenes del corazón y el pecho mediante un tubo de rayos X que gira alrededor del cuerpo.
Resonancia magnética (RM) del corazón: Utiliza campos magnéticos y ondas de radio para crear imágenes detalladas del corazón.
Polisomnografía (Test de Apnea del Sueño): Es una prueba que se realiza durante el sueño para analizar los ciclos y fases del sueño, permitiendo diagnosticar con precisión trastornos del sueño como la apnea obstructiva del sueño, narcolepsia, síndrome de piernas inquietas e insomnio. La AOS no
tratada tiene muchas posibles consecuencias, incluyendo un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad.
Factores de riesgo de enfermedades cardíacas que no se pueden cambiar
Edad: El riesgo de enfermedades cardíacas aumenta con la edad. Los hombres mayores de 45 años y las mujeres mayores de 55 años tienen un mayor riesgo.
Sexo: Algunos factores de riesgo afectan de manera diferente a hombres y mujeres. El estrógeno ofrece cierta protección a las mujeres, pero la diabetes aumenta más el riesgo en mujeres que en hombres.
Raza o etnia: Algunos grupos tienen mayores riesgos que otros. Los afroamericanos son más propensos a tener enfermedades cardíacas que los blancos, mientras que los hispanos son menos propensos. Los asiáticos del este tienen tasas más bajas, pero los asiáticos del sur tienen tasas más altas.
Historia familiar: Tener un familiar cercano que tuvo una enfermedad cardíaca a una edad temprana aumenta tu riesgo. Cómo reducir el riesgo de enfermedad cardíaca Afortunadamente, puedes tomar varias medidas para reducir el riesgo de enfermedades cardíacas
Controlar la presión arterial: La hipertensión es un factor de riesgo significativo. Revísate la presión arterial regularmente y toma medidas para prevenir o controlarla, como cambios en el estilo de vida.
Mantener niveles saludables de colesterol y triglicéridos: Niveles altos de colesterol pueden obstruir las arterias y aumentar el riesgo de enfermedad coronaria y ataques al corazón. Cambios en el estilo de vida y medicamentos pueden reducir los niveles. Los triglicéridos altos también aumentan el riesgo, especialmente en mujeres.
Mantener un peso saludable: El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, ya que están vinculados a otros factores de riesgo como colesterol alto, hipertensión y diabetes.
Seguir una dieta saludable: Limita las grasas saturadas, alimentos altos en sodio y azúcares añadidos. Consume frutas frescas, verduras y granos enteros. La dieta DASH es un buen ejemplo.
Ejercicio regular: El ejercicio fortalece el corazón, mejora la circulación, ayuda a mantener un peso saludable y reduce el colesterol y la presión arterial.
Limitar el consumo de alcohol: El exceso de alcohol aumenta la presión arterial y las calorías, lo que puede causar aumento de peso y riesgo de enfermedades cardíacas.
No fumar: Fumar aumenta la presión arterial y el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Dejar de fumar reduce significativamente el riesgo.
Controlar el estrés: El estrés puede aumentar la presión arterial y desencadenar ataques al corazón. Técnicas de manejo del estrés como el ejercicio, la música, la meditación y actividades relajantes pueden ser útiles.
Controlar la diabetes: La diabetes duplica el riesgo de enfermedades cardíacas. Mantén la diabetes bajo control para proteger los vasos sanguíneos y nervios del corazón.
Dormir lo suficiente: La falta de sueño aumenta el riesgo de hipertensión, obesidad y diabetes, factores que elevan el riesgo de enfermedades cardíacas. La mayoría de los adultos necesitan de siete a nueve horas de sueño por noche. Consulta a un médico si tienes problemas para dormir o sospechas de apnea Haidel sueño, que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
Dra. Naomi Ruiz
Dra. Guzman (Revisión).