La malnutrición proteíco-calórica afecta entre un 20 a 70 % de la población de pacientes con enfermedad renal crónica en diálisis, siendo un factor de alto riesgo de para el aumento de las complicaciones como las hospitalizaciones y muerte. en el 2008, la sociedad internacional de nutrición renal y metabolismo propuso el término de síndrome de desgaste proteico energético para definir al estado patológico caracterizado por un desgaste progresivo de los depósitos proteícos (masa magra) y de las reservas energéticas (masa grasa) en el que confluyen trastornos puramente de desnutrición, secundarios a un estado de hipercatabolismo continuo.
los pacientes en hemodiálisis presentan alteraciones nutricionales por múltiples factores que van desde un exceso de comorbilidades hasta un estado inflamatorio persistente, durante la diálisis se puede perder de 2 a 3 gramos de aminoácidos por hora en el líquido dializador y llega a perder de 13 a 15 gramos de proteína por cada sesión de hemodiálisis. por tal motivo, pacientes con diálisis mayor a 5 años, presentan disminución de la masa magra. así mismo, el permanecer con tóxicos elevados, lo que comúnmente denominamos estado urémico, conlleva a alteraciones que influyen en la disminución del apetito, a esto se agrega, la resistencia a la insulina y la elevación de ácidos en la sangre (acidosis metabólica) que incrementa la destrucción de las proteínas.
por todo lo antes mencionado, es mas que necesario que el paciente de hemodiálisis sea asesorado de forma constante por el departamento de nutrición. la dieta instaurada a un paciente con enfermedad renal crónica que no se encuentra en diálisis, no será la misma que a un paciente que ya amerite de algún tipo de terapia renal sustitutiva, ya sea hemodiálisis o diálisis peritoneal. mientras en estadíos iniciales de enfermedad renal crónica, limitamos la ingesta de proteínas a nos mas de 0.8 mg por kilogramo de peso, la ingesta proteíca total de un paciente en hemodiálisis puede fluctuar entre 1.2 a 1.4 mg de proteínas por kilogramos de peso.
Otro factor a regular en la nutrición del paciente en hemodiálisis es la ingesta de sal. Un mayor consumo de sal en el paciente con enfermedad renal crónica esta relacionado con un mayor arrastre de agua, por lo tanto mayor predisposición a sobrecarga de volumen, que se manifiesta en presencia de líquido en pulmón, corazón, miembros inferiores. Lo recomendado es una ingesta de sodio < 2 gr/día, es decir < 5
gr de sal.
Como parte del espectro de la enfermedad renal, se producen alteraciones en el equilibrio del fósforo y el calcio, a raíz de la no activación adecuada de la vitamina D en el riñón. Esto tiene como consecuencia una baja absorción del calcio a nivel intestinal, y por tanto, de forma compensatoría es secretada una hormona llamada PTH, que saca calcio y fósforo del hueso, teniendo como consecuencia un hueso débil,
con mayor riesgo de fracturas. Es por tanto esencial, garantizar un balance entre la ingesta y la pérdida de estos electrolitos. En el paciente de hemodiálisis, se recomienda una ingesta de calcio entre 1.200-1.600 mg/día y de fósforo de 800 mg/día. Es vital limitar al máximo alimentos como los enlatados por el alto contenido de fosfatos como conservantes y que pueden dar lugar al empeoramiento de este tipo
de desordenes en el metabolismo del calcio y el fósforo.
El gasto energético en pacientes en diálisis, estables, es semejante a sujetos normales, y por lo tanto, también lo son sus requerimientos calóricos, o sea, 30-35 Kcal/kg ideal/día aproximadamente. Pese a que los carbohidratos constituyen la fuente del 50-60 % de las calorías, preferimos los mismos sean complejos, de absorción lenta para mejorar la tolerancia a la glucosa. Asimismo, se prefiere los ácidos
grasos de predominio no saturado. Entre las herramientas más efectivas para la prevención de la desnutrición en el paciente de hemodiálisis se encuentran la monitorización mensual de niveles de
albúmina, calcio, fósforo en sangre. Así mismo el seguimiento trimestral por parte de nutrición y la realización de un estudio denominado bioimpedancia bimensual, con fines de identificar no solo el total de peso en líquido excedente, si no tambien el porciento de masa magra y masa grasa del individuo.